Ely habla al respecto
Cuando era niña no me gustaba mi nombre, renegaba del nombre Inglés que me habían puesto mis familiares. Mamá Gloria me dijo que si era tal mi inconformidad, yo podría hacer cambios cuando fuera mayor de edad… eso me hizo pensar, no supe qué contestar. A manera de rebeldía, no respondía cuando me llamaban por mi nombre, recuerdo haber elegido un apelativo, inclusive, menos querido por mi: Cristina. Ya después, crecí. Mi personalidad intensa me hizo acercarme a historias igualmente apasionadas, y todas tenían un comienzo y un final escrito con mi nombre: Elizabeth. Aquí, en esta historia clásica, José Fors me lleva a reinventarme con un personaje que lleva mi propio Vocativo. En ella, mi voz ruge, intuye y avisa la llegada de una tormenta perfecta: Soy La Elizabeth de una Mary Shelley efectivamente, tormentosa.
Cuando era niña no me gustaba mi nombre, renegaba del nombre Inglés que me habían puesto mis familiares. Mamá Gloria me dijo que si era tal mi inconformidad, yo podría hacer cambios cuando fuera mayor de edad… eso me hizo pensar, no supe qué contestar. A manera de rebeldía, no respondía cuando me llamaban por mi nombre, recuerdo haber elegido un apelativo, inclusive, menos querido por mi: Cristina. Ya después, crecí. Mi personalidad intensa me hizo acercarme a historias igualmente apasionadas, y todas tenían un comienzo y un final escrito con mi nombre: Elizabeth. Aquí, en esta historia clásica, José Fors me lleva a reinventarme con un personaje que lleva mi propio Vocativo. En ella, mi voz ruge, intuye y avisa la llegada de una tormenta perfecta: Soy La Elizabeth de una Mary Shelley efectivamente, tormentosa.